Durante los meses fríos, la playa sigue siendo un buen lugar para gozar del contacto revitalizante de los elementos.
Se avanza al borde de abismo persiguiendo el horizonte , mientras caminas por la línea donde confuyen el mar, la tierra y el cielo.
El placer y la sensación de renovación son constantes gracias a la vitalidad que contagia el mar y la pureza que se respira en el entorno.
Después de soportar la ruidosa ciudad con las sirenas y los claxon , el silencio que se escucha , solo el rumor al romper la ola, es realmente un bálsamo para los sentidos.
Es una meditación en movimiento, pasas a ser consciente solamente del milagro que te rodea.
La atmósfera cargada de iones negativos, tienen un efecto relajante sobre el sistema nervioso y favorecen el buen funcionamiento del sistema inmunitario.
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