martes, 20 de noviembre de 2012

LA ENSEÑANZA DE MIS CUENCOS


Para batir o percutir los cuencos se necesita una actitud abierta y atenta, no tanto con el fin de analizar el sonidos, sino para estar presente y alerta con el oído a los sonidos individuales de cada uno y de las armonías que emiten.

Después de más de un año,  conozco a cada cuenco con su particularidad exclusiva y cada uno me atrapa de una forma u otra .
Cuando el sonido se desvanece, he aprendido a oír el tono , por un período aún más largo, con mi oído interno.

La armonía , que se nota especialmente cuando se frota la parte externa del cuenco cantor, ejerce una gran influencia sobre mi cuerpo, mi mente y mi alma, he aprendido a escuchar mi cuerpo de una manera más consciente hasta las dimenciones de su verdadera escencia.

Una de las cosas que más placer me produce , es cuando canto armónicos al mismo tiempo que bato el cuenco, siento que aumenta la resonancia en mi cabeza y alrededor de mis oídos, como un eco sobrenatural .


La vibración penetra en lo más profundo de mi, sintiendo plenamente su poder sanador.

En la terapia intento no hablar antes de la sesión , para no condicionar sobre los efectos esperados , es importante detener el intelecto y otorgarle a la escucha la oportunidad de expresarse.
Las vibraciones sonoras abren la naturaleza sentimental e intuitiva.

A veces sucede que el paciente se puede quedar dormido, debido a la carga de estres que trae.
Esto es bueno, porque puede funcionar como una especie de válvula de seguridad, desconectando momentaneamente la racionalidad y los procesos de pensamiento, sin el acompañamiento de ningún rótulo y donde hay lugar para su propia sabiduría interior.








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